"El lugar donde más florece el optimismo es en los asilos de lunáticos". Havelock Ellis
"Pues yo preferíria ser un optimista loco que un pesimista cuerdo". Albert Einstein

jueves, 25 de febrero de 2010

Adiós-cremallera Adiós-cremallera...



Hace tiempo, cuando contaba con unos 9, 10 años a lo sumo, una noche estábamos en la salita de mi casa, mi padre, mi madre y yo viendo la tele antes de ir a dormir.

Estaba comiendo patatas fritas de bolsa y al terminar la dejé encima de la mesa camilla.
Al abrirse la puerta, un minúsculo golpe de viento la arrojó al suelo y cuando iba a levantarme a recogerla pasó algo sospechoso.
Justo en el momento en que iba a incorporarme -ya empezaba a asir los brazos del sillón y mis posaderas se encontraban en tensión en el aire-, quedé alucinada al contemplar como la bolsa vacia de patatas fritas se movía sola, parecía como resoplar, ya se inflaba, ya se desinflaba, incluso me pareció escuchar un pequeño "gorgejeo" que provenía del interior de dicho envoltorio.

Volví a sentarme en el sillón, y empecé a observarla con detenimiento. Cuando retiraba la mirada, el sinuoso traqueteo parecía ralentizarse, al volver a posar mis ojos en ella, el meneillo continuaba.

Mi expectación iba en aumento. Me mantenía callada y atenta, ajena al televisor y a la conversación de mis padres. Hallábame enfrascada en mis recientes descubiertos poderes mentales.
Mis padres -acababa de llegar a esa conclusión- no habían tenido una niña normal, imaginativa y juguetona, según ellos. ¡Ilusos! ¡Mis padres habían tenido una niña de otro planeta, de Ganímedes, con poderes mentales tales que podía mover objetos con la fuerza de su mirada!

Seguía atónita y empecé a hacer cábalas. Si el Uri ese podía mover cucharillas de café con la mirada, yo podía hacerlo con las bolsas de patatas fritas Matutano y sin darme la mayor importancia. Me haría famosa, me llevarían a la tele, conocería a Espinete, y a la Bruja Avería, mi nombre sería conocido como la niña con poderes mágicos capaz de desbancar a Petete y su libro repleto de sabiduría. Estaba feliz, contenta, pletórica, una euforia desconocida hasta entonces me embargaba, se había apoderado de mí... hasta que..

Un grito súbito consiguió hacerme volver a la realidad:
¡Un ratón! ¡Un ratón! ¡Un ratón en la pantalla de la tele!

En efecto, un ratoncillo se resbalaba, o mejor dicho se columpiaba alegremente por la pantalla de nuestro televisor, haciendo malabares y escondiéndose detrás según fuera su gusto.
Me puse de pie encima del sillón y empecé a dar brincos: ¡Ay, ay, ay, un ratón, un ratón!
Mi bolsa ahora no se movía, mis ojos iban desde ella hasta el palo de la fregona con el que intentaban arrastrar al intruso a escobazos fuera de nuestro campo de visión.

¡Mierda! No tenía poderes, ni iba a conocer en persona el Barrio Sésamo, y lo que era mucho peor, era terrícola y no un ser proveniente de otra galaxia. El ratoncito era el que roía las migajas de patatas sobradas de mi bolsa. ¡Mi gozo en un pozo!

No sé que fue del ratoncillo, en ocasiones he pensado en esa anécdota sin poder reprimir una media sonrisa ante mi inocencia infantil...... Hasta ahora.
Hasta que he leído Firmin de Sam Savage, y no ha sido hasta años más tarde que he sabido que el ratoncillo de mis patatas fritas, pretendia llamar mi atención, levantando las garras traseras y mientras hacía piruetas en la pantalla del televisor me decía aquello de:

¡Adiós cremallera Adiós cremallera Adiós cremallera!


martes, 23 de febrero de 2010

Criticando que es gerundio


Estaba pensando la de cosas cotidianas que pasan desapercibidas comúnmente pero si me pongo a observarlas detenidamente no me gustan.


Empecemos:

1º._ Están los tatuajes.

¿Qué tengo en contra?
Duran para toda la vida.
Si te tatúas a piolín en la parte baja derecha del vientre a los 17, supongo que a los 70 quedará un tanto desfasado, eso sin contar los cambios bruscos de peso que conseguirá que piolín con el trascurso de los años quede así:




Y después están aquellos de "Amor de Madre" ¿es posible semejante complejo de Edipo como ése? ¿Y sino tragas a la madre qué?
Y qué me decís del: "Te amo Violeta, juntos forever".
¿Y no pueden llamarse las de turno Mª de las Angustias o Eustaquia o Hermenegilda?
No, siempre se llaman Lydia, Miriam, Rebeca, claaarooo y vamos y nos lo creemos.


2º._ El papel higiénico.

El papel higiénico, también llamado del culo, es para lo que es, valga la redundancia.
¿Para qué hacerle creer que es importante vistiéndolo con vistosos trajes de croché?
¿Para qué?
He ahí mi duda.
Fíjense:
¿No es un pelín bochornoso que te pongan esa indumentaria para después acabar como se acaba?

3º._Videoporteros.

Estoy en contra de ellos, porque más que saber quién llama te encuentras de frente con un careto de mil demonios, te pegas un susto de la hostia, y es que además desde los mismos o todos somos muy tontos y creemos que acercando más la cara se nos ve mejor, o el videoportero tiene la osadía de sacarnos a todos seriados. Será eso.
Una prueba:

¿Es o no es lo que digo?
¿Tú distingues si es Juan, Micaela, o un ente que se ha colado
por error en la entrada de tu edificio?



4º._ Las alfombras, alfombrillas de bienvenida.

Me gustan tan poco que tengo hasta una entrada pensada en honor a ellas. Conste que la pirata tiene una, porque donde manda patrón, a veces hay que permitir que mande marinero:
Ésta del código binario queda muy alternativa, eso por si se nos olvida algún día que estamos medio enganchados a internet.

Podría seguir, pero no me apetece más por el momento, por el momento.

5º._ Ah, bueno, bueno y bueno, el ajuar y los nombres de los contrayentes bordados con primor, argggjjjjjgggjjjggg. Para otro día también.

*Las imágenes son sacadas de google, gracias por existir, sin vosotros, qué sería de los blogs.
Si son tuyas, gracias de nuevo, y si quieres las quito.

lunes, 15 de febrero de 2010

Gire a la derecha, portal 14 Ático Efe





Y un tal Valentín clicó en el número 14, ático F y le trajo un paquete envuelto en celofán.

-Hola, buenas ¿vive aquí la que quiere hacer flashes de vida y dar patadas al aire?
-Emmm, bueno, sí, yo quiero retratar la fisonomía de los momentos, fotocopiar la cara del mundo, mientras golpeo los pensamientos negativos con mucha fuerza.
-Entonces, sí, ésto es para ti, dijo el tal Valentín:





¡Ahí va, que práctico el Valentín!



¡Y Abismo, hoy me ha recordado este temazo!

sábado, 13 de febrero de 2010

Impredecibilidad del caos




El caos no existe.
Es tan solo un orden buscando
en el espacio su punto de equilibrio...
...su punto de equilibrio
...su punto de equilibrio
...su punto de equilib
...su punto de equ
...su punto